lunes, 27 de agosto de 2012

Ámbar

Por cierto la luz de hoy a esta hora es extrañisima... supongo que debido a la arena del sahara...
 Solo puedo decir que la luz del atardecer es de color ambar,
alucinante,
le da a todo un todo curioso, como si llevara gafas de sol puestas,
pero nunca ví una gafas de color ambar.
Al Oeste, hacia donde tu estás, el cielo se ve de un color azul celeste superclaro, teñido de amarillo;
hacia el Este,
se va oscureciendo, el azul empieza a ser profundo,
pero hay una inmensa nube amarilla.
Siguen cantando las cigarras,
el calor es irrespirable,
y curiosamente empieza a cantar algún grillo,
es extraño,
no suelen cantar a la vez.


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sábado, 25 de febrero de 2012

Sobre viajes...



Itaca

Cuando emprendas el viaje hacia Itaca
ruega que sea largo el camino,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
A los Lestrigones, a los Cíclopes
o al fiero Poseidón, nunca temas.
No encontrarás trabas en el camino
si se mantiene elevado tu pensamiento y es exquisita
la emoción que toca el espíritu y el cuerpo.
Ni a los Lestrigones, ni a los Cíclopes,
ni al feroz Poseidón has de encontrar,
si no los llevas dentro del corazón,
si no los pone ante ti tu corazón.

Ruega que sea largo el camino.
Que muchas sean las mañanas de verano
en que - ¡con qué placer! ¡con qué alegría! -
entres en puertos nunca antes vistos.
Detente en los mercados fenicios
para comprar finas mercancías
madreperla y coral, ámbar y ébano,
y voluptuosos perfumes de todo tipo,
tantos perfumes voluptuosos como puedas.
Ve a muchas ciudades egipcias
para que aprendas y aprendas de los sabios.
Siempre en la mente has de tener a Itaca.
Llegar allá es tu destino.
Pero no apresures el viaje.
Es mejor que dure muchos años
y que ya viejo llegues a la isla,
rico de todo lo que hayas guardado en el camino
sin esperar que Itaca te de riquezas.
Itaca te ha dado el bello viaje.
Sin ella no habrías aprendido el camino.
No tiene otra cosa que darte ya.
Y si la encuentras pobre, Itaca no te ha engañado
sabio como te has vuelto con tantas experiencias,
habrás comprendido lo que significan las Itacas.

Konstantino Kavafis

martes, 7 de febrero de 2012

El sueño del puente en la nada y la colina de la piedra que falta...

“Quem contar
um sonho que sonhou
não conta tudo o que encontrou
Contar um sonho é proibido”
-Pedro Ayres Magalhães- O Sonho.



Contar un sueño podría ser un comienzo como otro cualquiera, en este caso se trata del sueño en el que aparece por primera vez la dichosa piedra que falta
Es uno de esos sueños recurrentes, Lo recuerdo desde siempre y ha cambiado poco a lo largo de los años. Podría decir que la primera vez no tendría más de nueve años, aunque no estoy seguro de que no lo hubiera soñado con anterioridad. La última hace dos noches, desde el pasado 9 de enero lo he soñado en otras seis ocasiones, antes soñé con el puente y la piedra que falta en septiembre de 2010.
Cuando entro en él sé en todo momento que estoy soñando, todo es fluido, nítido y aparentemente agradable mi yo del sueño se siente la mayor parte del tiempo tranquilo, otra cosa es mi yo 'soñante', lo vivo generalmente con inquietud, cierto recelo y aveces incluso como una pesadilla todo tiene un aire sobrecogedor, de todos modos nada de lo que aparece o sucede en el sueño me es ajeno o extraño y siempre he tenido la sensación de que es un sueño importante... un gran sueño!.
Unas veces me veo desde fuera, es como estar viendo una película, un larguísimo plano secuencia con un travelling imposible, solo en la última parte se detiene la cámara... otras lo veo como vemos las cosas en vigilia, digamos que se trata de una cámara subjetiva.
Siempre es igual, camino por un puente blanco, ancho, contundente, arcos chaparros y barandas en balaustre, cada tantos metros hay a cada lado columnas algo cónicas y esbeltas por las que trepan adornos de hiedra y coronadas con unas pantallas esféricas que emiten luz muy blanca pero difusa. Tiene aceras a ambos lados hechas con planchas y  bordillo, la calzada es adoquinada todo de la misma piedra pulida entre blanca y tono cremoso.
No parece empezar ni acabar en ninguna parte, es un puente que no salva ningún accidente geográfico, no hay nada, está suspendido en una nada de ningún color. La luz resulta natural, agradable, acogedora, pero no hay sol, la luz parece venir de todas partes además de la de las farolas cónicas, eso sí todos los que aparecen en el sueño tienen sombra.
Me he soñado paseando por ese puente con todas las edades, siempre camino y me cruzo con diferentes personajes, personas o que están quietos, parados, en pie, o sentados o mirando hacia la nada o caminando en sentido contrario al mio. A medida que me acerco o se acerca alguno de estos personajes y los voy adelantando sucede algo extraordinario, se abren, como si tuvieran una cremallera y de ellos sale una pasta de la consistencia de un puré de patata muy espeso y cremoso, es una pasta de colores muy vivos, contundentes, naranjas, azules de todos lo tonos, verdes, rojos, incluso negro brillante o amarillos, es espectacular, precioso, bonito y normal... algunos personajes solo tienen pasta de un solo color, otros de varios, pero siempre son manchas muy bien definidas como en un Miró.
Yo camino dejando atrás a estos personajes que se abren y se desparraman en esta pasta de color, a algunos los reconozco, pero no sé quienes son otros simplemente son desconocidos. A medida que avanzo cada vez hay menos gente y en algún momento distingo a alguien, un hombre y me dirijo hacia él directamente. Se trata de un hombre que ha superado la treintena, siempre vestido de oscuro, gris o negro, puede tratarse de un traje o de un pantalón con un jersey y siempre lleva al cuello un pañuelo blanco que le da un par de vueltas al cuello. No diría que es guapo, pero sí de un atractivo feroz, una sonrisa franca y una mirada azul e intensa, acogedora y escrutadora, se mete en mi... El hombre siempre es más alto que yo y me está esperando. Me coge de la mano, mejor dicho nos cogemos y avanzamos en el mismo sentido en el que iba y aunque pocos seguimos cruzándonos con personas que se siguen abriendo y desparramando en colores.
Por fin sin transición alguna llegamos a algún lugar, una colina algo arbolada en medio de esa nada de ningún color, pero es de noche, aunque no hay estrellas ni luna y no parece haber ningún foco de luz, vemos perfectamente. En un calvero o claro hay un circulo de piedras grandes, irregulares, más o menos de mi altura, entramos en el círculo de unos cinco metros de diámetro por un lugar en el que falta una piedra, el circulo tiene ocho piedras y falta la novena.
Mi compañero me acompaña hasta el centro, y me enseña un pozo, un agujero en el suelo, un agujero negro, de un negro brillante, me da bastante miedo el susodicho pozo. El hombre me dice 'mira dentro', yo miro y dentro hay más miedo... el caballero del pañuelo blanco me pone la mano en el hombro y me señala el punto por el que hemos entrado y me dice literalmente e invariablemente: 'Pon la piedra que falta', es una orden y yo siento que no puedo desobedecer...